Marco Ballesteros recuerda cuando siendo niño, se levantaba en la madrugada y su madre ya se había ido al trabajo. El ayudaba a su hermana a prepararse para la escuela y deprisa se iban a la parada del autobús con no más que veinte centavos en la bolsa.
Después de un recorrido en tres buses, dejaba a su hermana de cuatro años en la escuela antes que él mismo se tuviera que ir a sus clases. Ya que terminaba la escuela, no tenía tiempo para pasar un rato con sus amigos. En cambio, se iba directamente a la casa después de recoger a su hermana, con la esperanza que tuviera suficiente dinero para comprarse una merienda de cinco centavos en su viaje de regreso.
Ballesteros, tenía diez años cuando se hizo cargo de su hermana menor. Ahora, a los 55 años aplica el sentido de responsabilidad que aprendió en su niñez para ser el dueño de la Taquería Girasol en la Universidad Estatal de San Francisco. Ha estado en este negocio por treinta años con restaurantes abiertos en la Universidad de San Francisco, y espera abrir un café nuevo en el edificio de ciencias.
Ballesteros nació en Callao, Perú y emigró a los Estados Unidos en 1979 cuando tenía diez años. Creció con su madre Carmelina y su hermana Karin.
Cuando Ballesteros llegó a los Estados Unidos por primera vez veía todo como una aventura.
“Pensaba que era bueno, pero no sabía que tan duro era para mi madre”, dijo Ballesteros. “Cuando alguien está tan joven no mira como sus padres sufren. Nos dan de comer, ropa y un espacio donde vivir, pero no preguntas de dónde viene ese dinero o a qué hora se levantan para ir al trabajo.”
Ballesteros recordó las veces que su madre no tenía dinero para pagar la renta. Él todavía recuerda cuando su madre le decía que no hiciera ruido al fin del mes porque tal vez el dueño se olvidaría cobrarles la renta.
Para apoyar a su familia, Carmelina iba de puerta en puerta preguntando a los residentes en el vecindario ruso si podría limpiar sus casas. Como no sabía hablar inglés, Ballesteros se puso a buscar en el diccionario como deletrear “I WILL CLEAN YOUR HOUSE FOR FREE. IF YOU LIKE IT YOU CAN PAY ME,” para escribirlo en un cartel para que su madre lo llevará al trabajo.
“Nosotros somos gente de trabajo, nosotros somos inmigrantes, yo he trabajado 18 horas diario de lunes a lunes,” dijo Carmelina. “Marco tiene este conocimiento, es buena persona y bueno de corazón y eso es lo más importante.”
Carmelina añadió que su hijo aprendió de ella todo lo que sabe de negocios. Primero hay que pensar en buen servicio y calidad más que nada, dice, porque si no el negocio no dura.
El nombre Taquería Girasol vino de la flor favorita de Carmelina. Antes de abrir la taquería, Carmelina abrió ‘Carmelina La Petite’, una cafetería en SFSU en 1987 donde ahora está el Quickly afuera del Cesar Chavez Student Center. Aunque tuvieron que cerrar en 2014, tiene planes para abrirlo otra vez cuando se complete el nuevo edificio de ciencias el siguiente semestre.
“Creo que este nuevo edificio de ciencias va a estar muy ocupado, y ese lado de la universidad no tiene muchos lugares donde comer,” dijo Ballesteros. “Ahora vamos a tener una cafetería donde se puede sentar afuera y adentro donde estudiantes pueden hablar y pasar el tiempo.”
De acuerdo con Ballesteros, el nuevo restaurante viene porque el negocio ha sido lento, especialmente después de Covid, pero tiene confianza que va a mejorar. El nuevo edificio de ciencias en la calle 19 y Holloway abrirá para el semestre de otoño.
El quiere que este restaurante sea diferente de los demás en SFSU, y quiere hacerlo vendiendo cosas que no se pueden buscar en ningún otro lado como empanadas y pan dulce. Dice que decidió hacer comida mexicana para la taquería porque la comida peruana no se puede hacer como comida rápida.
Ballesteros también tiene planes de operar el nuevo café con Carmelina.
“Trabajar con tu hijo es una experiencia bella porque es mi cachorrito. Yo se que Marco es un chico que tiene mucha experiencia de negocio, y él está en otra liga en el mundo de negocios,” dijo Carmelina.
Aunque tuvo sus tiempos difíciles, todavía cree que la mejor decisión que hizo su madre fue llevarlos a los Estados Unidos. Ballesteros dice que sus experiencias lo hicieron crecer más independiente y es la razón porque se mantiene cerca con su hermana y madre.
“Mi madre siempre nos dijo, ‘vayan a la escuela,’ porque ella no quería que fuéramos como ella”, dijo Ballesteros. “Pero nunca vi que estaba mal siendo como ella.”
Su hermana Karin lo describe como caramelito y fuerte en referencia a la manera que siempre está dispuesto a ayudar los demás, y porque las circunstancias de la vida le obligaron a ser así.
Karin todavía recuerda los momentos cuando eran niños, cuando Marco le servía desayuno, la vestía y caminaban a la parada del autobús.
“Después de la escuela siempre se aseguraba que tenía alguna merienda para comer. A veces me llevaba al arcada para jugar videojuegos. Cualquier cosa que sea, mi hermano siempre se aseguraba de que yo estuviera bien,” dijo Karin. “Eso me enseñó que tengo un gran sistema de apoyo. Él es mi animador número uno.”
No mucho puede separar a Marco, el empresario, de ser hermano e hijo. Que sean estudiantes, trabajadores, su madre o su hermana, Karin dice que siempre cuida a las personas cerca y se le hace difícil decir no.
“Somos muy cercanos. Somos él, yo y mi mamá, nomás somos los tres,” dijo Karin. “Yo y mi hermano nunca nos hemos enojado. Nos llamamos hasta diez veces al día y cada llamada termina con ‘te amo.’”
Karin también nota que buen padre es. Cuando decidió tener hijos, nomás quería lo mejor para ellos y para Ballesteros. Les prometió a sus dos hijos que les pagaría su escuela completamente. Su hija mayor hizo exactamente esto y se graduó de SFSU y sacó su doctorado de educación de la Universidad Estatal de Sacramento.
“Ya tengo nieta doctora, imagínate,” dijo Carmelina. “Eso es un orgullo para la familia y un orgullo de Marco. Somos una familia que cree en la educación, y eso es muy importante.”
Ballesteros dijo que no permite que sus hijos operaren el negocio porque quiere que trabajen en algo que no sea estresante.
Para su negocio, Ballesteros siempre se basa en la impresión de ayudar a los demás porque él mismo no estaría aquí si otros no le ayudarán.
“Es muy amable, buena gente, nos trata bien, yo no sabía si me quedaría tantos años con él,” dijo Simon García, quien ha trabajado parar Ballesteros a lo largo de 24 años. “Si uno hace su trabajo, no hay ningún problema con él.”
Carmelina dijo que le enseñó a su hijo cómo fiar a los estudiantes. En otras palabras, darle a los estudiantes que no tenían dinero para pagar su comida la oportunidad de pagar cuando pudieran hacerlo.
Ballesteros dijo que si fuera por él, nunca se retiraría. El va a la graduación de la escuela cada año y ha estado en su negocio por tanto tiempo que hasta los padres de graduados lo reconocen. Lo hace porque se acuerda de cada estudiante que fue a su restaurante. En broma dijo que cuanto más tiempo pasa, sus clientes nunca se ponen viejos, solo él.
Ahora que firmó un nuevo contrato con la universidad, va a estar en campus por al menos los siguientes diez años.
“Por cada cliente que pierdes, son diez en realidad, eso es lo que mi madre me enseñó. No deseas por dinero, deseas por éxito porque el dinero lo sigue,” dijo Ballesteros. “También me aconsejo nunca decir que hiciste lo mejor porque eso significa que no lo hiciste. Haz lo mejor que puedas, y si no funcionó quizás no estaba destinado a ser.”
Este artículo ha sido actualizado para corregir algunos errores gramaticales.